Talento Humano y aprendizaje

Por Hugo Aranco
¿Qué es el Talento Humano?
Vivimos en un entorno donde permanentemente el término es acuñado por los programas en los medios de comunicación masiva y se instaló en la voz popular de todos los días. Pero, ¿qué es? ¿Cómo se construye?
Respondemos por la inversa, no se compra, no se copia, no se hace clonación, no es resultado de esfuerzos aislados o golpes de suerte. Es compleja su construcción, pero no solo es posible, sino absolutamente imprescindible en nuestros días. Tiene como veremos varias dimensiones, varias "patas" que soportan la mesa.
Una de ellas es sin dudas, el aprendizaje y el desarrollo de los colaboradores. Para construir TALENTO necesitamos crear y mantener un entorno adecuado en las empresas y además, vitalmente, contar con, seleccionar personas que quieran realmente aprender.
El aprendizaje es una experiencia que ocurre dentro del que aprende y es activada por el que aprende. Nadie enseña a nadie directamente ninguna cosa de significancia. Muy poco aprendizaje tiene lugar sin involucramiento personal y significado por parte del que aprende. Es el descubrimiento del significado personal y la relevancia que tienen las ideas. Es un proceso cooperativo, de colaboración y evolucionario. Por tanto uno de los recursos más ricos para el aprendizaje es la misma persona que aprende. El proceso de aprendizaje contiene un importante componente emocional. Las personas son seres que sienten y que piensan, y cuando sus sentimientos y pensamientos están alineados con los de su empresa u organización, en armonía, el aprendizaje es máximo. El aprendizaje se facilita en una atmósfera que alienta a la gente a estar activa, esto es en la que la diferencia es buena y deseable, donde se promueve el respeto y la confianza, donde consistentemente se reconoce "el derecho al error", donde se tolera la ambigüedad y donde se coloca énfasis en la autoevaluación.
Sin dudas uno de los mayores obstáculos que enfrenta la capacitación y desarrollo de los recursos humanos a nivel de las organizaciones, es su consideración como un gasto y no como una inversión. Frente a ello, uno de los antídotos más efectivos parece ser sin dudas el establecimiento de una relación costo-beneficio, que demuestre que no solo estamos frente a una inversión sino que, en nuestro medio y con la calidad y potencial de nuestra gente, la mejor inversión.
Veamos una anécdota en la que, sin saberlo, un empresario al concurrir a un curso de "Desarrollo de la capacidad para dirigir" nos da una lección al respecto. Su historia resulta bastante familiar en nuestro medio. Llegó al país como inmigrante, comenzó vendiendo helados con un carrito, y hoy es dueño de una empresa de tamaño mediano. Sus primeras palabras fueron "vengo a este curso porque en el primero que asistí, aprendí una sola cosa". Estas palabras sin dudas hicieron pensar inmediatamente a quienes lo escuchábamos "oh oh, problemas".
Pero en seguida retomó y concluyó su sencillo pensamiento "Sí, aprendí una sola cosa, que apliqué en mi empresa y con la cual obtuve muchos resultados y por eso vengo ahora a este nuevo curso a aprender otra cosa sola, pero que la pueda plasmar en forma exitosa"